domingo, 11 de mayo de 2008

Tubos de escape

Hoy me he levantado y he evitado mirarme al espejo, no me hacía falta para notar las ojeras de aupa que campaban a sus anchas por casi toda mi mejilla…

Esta es una manera de comenzar mi jornada que cada vez me resulta más familiar… maldito estrés, malditas prisas, malditos deberes y quehaceres. Y entonces salgo a la calle, temperatura: -2ºC, la excusa perfecta para acabar de ocultar mi cara detrás de mi gran bufanda. Abro los párpados apenas un milímetro y me da la sensación de que más que caminar floto, sensación que aumenta por la percepción de las cosas, las veo todas como envueltas por una neblina extraña.

Entonces, entre que ni veo, y mis pies me llevan solos me pongo a pensar en las cosas más remotas que se me vienen a la cabeza, saco mis conclusiones y me quedo tan feliz… “¿a qué huelen las nubes?” a tubo de escape.

Y me siento como el puntero del ordenador… siempre dentro de la pantalla, sin poder salir… jaja, ¿ridícula comparación verdad? Y entonces esbozo una sonrisa detrás de mi bufanda y sigo cruzando el puente, sin mirar a los lados, no sea que me vaya a salir de la pantalla.

viernes, 11 de abril de 2008

Nubes de humo

Bush se emociona en el homenaje a un soldado americano muerto en Irak.

Una de las tantas ferias culinarias es ganada por un pincho en cuya composición se incluían x kilates de oro.

Ahora empiezan a descubrirse personas afectadas por el síndrome de las vacas locas y la tele casi no toca el tema para no crear alarma social.

La Barrick Gold pretendía "inocentemente" cambiar unas montañas heladas de sitio para sacar el oro que escondían en su interior.

...

Creo que estamos locos, la verdad es que no me apetecía actualizar así, pero... ¿qué pasa, que Bush no sabía que en las guerras muere gente incluídos soldados americanos?, y lo de comer oro ya me parece la mayor degeneración que se podría cometer... creo que se nos ha olvidado que en el mundo se muere gente de inanición, es como la caricatura atroz del mundo rico, comer pedazos de oro... Y el tema de las vacas locas, creo que es para alarmarse, no en exceso porque no se arregla nada con histerias colectivas (ni individuales) pero creo que se le debería de dar la importancia que tiene.

En fin, como dice una amiga mía, "cuando sale el sol mi vida es más parecida a un anuncio de evax..." y debe ser que llevan ya muchos días seguidos de nubes negras sobre mi ciudad y tiendo a verlo todo demasiado negro. A ver si sale el sol...

lunes, 19 de noviembre de 2007

Pentagrama

El Hombre Viento - Una playa sin comentas.

¿Quién se cree capaz de vivir sin música?


Una vez me senté a esperarte en el escalón de un portal, llevaba los auriculares puestos y a través de ellos, hacia mi cabeza, fluía jazz, la de Sumertime de Sara Vaughan, y ese tipo de música que no cura pero calma y a la que me agarro constantemente para no perderme entre la gente.

No hacía frío, pero tampoco excesivo calor, era uno de esos días en los que el sol brilla pero no calienta con tanta fuerza como luce, y yo allí sentada, camuflada a ras de suelo, en el escalón del portal, empezaba a notar una fría brisa sobre mi cara.

Me acurruqué cuanto pude; veía rebaños inmensos de gente pasar ante mis ojos, con gestos diversos en sus caras pero nadie me transmitía nada, todos corrían en distintas direcciones, algunos se saludaban entre ellos rápido, casi sin decir nada, reanudando su marcha incansable hacia algún lugar, quizá, hacia el lugar que yo hacía tiempo me había cansado de buscar. Yo los miraba desde el suelo, lo único que podía llegar a sentir por aquella gente era asombro, admirando como no se cansaban de andar, buscar, correr… en cambio yo seguía mecida por la música que sonaba en mi interior, te esperaba, sola, sentada tan cerca del suelo que los tacones de las señoras airadas resonaban en mi cabeza y por un momento perdía la melodía que me susurraban desde los auriculares.

Y de repente te vi entre la gente, eras uno más, caminabas con paso rápido esquivando hábilmente a los ancianos con carrito de la compra o a los niños que se despistaban y correteaban alejándose de la mano de sus padres. Caminabas en la dirección en la que yo estaba pero no me veías, tú también ibas abstraído, aislado, como toda esa gente o como yo en el portal. Tú presencia me hacia más grande pero a la vez más pequeñita e insignificante en aquel escalón.

Pasaste cerca y te llamé, pero seguiste andando, y eso hizo que mi tamaño se hiciera equiparable con el de una mota de polvo, pero la fe era fuerte y te volví a llamar, incluso estiré las puntas de mis dedos y te rocé con ellos, entonces si te volviste, me viste y me sonreíste, tú también escuchabas la música, tú también la sentías. Pero yo estaba sentada en el portal y tú tenías que seguir andando hacia algún sitio como el resto de la gente, a ti nadie te había quitado el tiempo y debías seguir. Yo ya lo sabía, y te vi marchar, sumergirte entre la gente. Al principio no quise seguirte con la mirada, pero enseguida volví a buscarte, con el miedo de perderte entre la masa de piernas y zapatos, entre las gabardinas y los tacones, entre los carritos de la compra y las mochilas…y te volví a ver, mientras tú te volvías a mirarme… no lo sé, algo se cruzó, creo que la cabeza de alguien demasiado alto, o el balón de algún crío, o simplemente que mis ojos, algo cansados, me jugaron una mala pasada. El caso es que no te volví a ver más, nunca más.

En mi retina había quedado ese momento por el que había esperado, no me habías levantado del cada vez más frío escalón del portal, pero yo tampoco te lo había pedido. Ya no sé lo que esperaba, lo que buscaba entre la gente, sabía que no te volvería a ver y te habías llevado, sin saberlo, el poco tiempo que me quedaba, entonces, aunque ya no esperase nada, tampoco tenía un motivo por el que levantarme del portal. Además, seguía sonando la música. Así que me acurruqué aun más, invisible ante los ojos de cualquiera, subí el volumen y cerré los ojos, ahora me tocaba esperarme a mí misma.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Lana pura de oveja

¿Por dónde empezar?la verdad, estoy bastante asqueada, vengo de un intento frustrado de manifestación... y ha sido simplemente triste. Era una manifestación a nivel nacional en repulsa al asesinato del joven Carlos a manos de un partidario de la ultraderecha, y en mi ciudad hemos asistido 33 personas, yuhu! Pase que la gente no se entera de estas cosas, que habrá a quien le dé igual (...) que habrá quien tenga otras cosas mejores en las que emplear su tiempo, y que habrá (como una servidora) quién empiece a cuestionarse la validez de las manifestaciones multitudinarias frente a los respectivos consistorios de cada ciudad por el tema que sea, pero... ¿tan desencantada está la gente?, ¿es que todo nos da igual?,¿es que realmete somos ese gran rebaño (me perdonen las ovejas) ignorante y preocupado por nada en especial?

A ver que me calme, no es que yo me crea una ciudadana ejemplar y esté echando la bronca a aquellos que no han asistido a la manifestación, pero es que está siendo un día...

Primero: por las noticias dicen que se cancela una manifestación en repulsa del mencionado asesinato por miedo a posibles altercados y destrozos de mobiliario urbano por parte de los simpaticizantes de la extrema izquierda, pero que están permitidas otras dos de índole ultraderechista,y por si fuera poco, una conferencia de un ex-dirigente del KKK... Bien, yo no defiendo la violencia de ningún tipo, y si nos ponemos, tampoco soy partidaria de extremismos, que para algo tenemos cabeza y sabemos hablar, pero...¿qué hace dando una conferencia el mencionado ex-dirigente?,y ¿qué pasa?,¿que las manifestaciones de "jóvenes de ultraderecha" salen más baratas al Estado del Bienestar porque no le hacen reponer papeleras?y entonces la vida del joven Carlos ¿por cuánto le ha salido al Estado del Bienestar?,¿matar a alguien es más barato que reponer una papelera?,dios mío, no sé si estoy exagerando o la crudeza del asunto está pudiendo conmigo, por eso lo dejo en el blog, para que alguien me diga que estoy loca y que no tengo razón, que el mundo es feliz y aun se puede escuchar el piar de los pájaros libres.

Para colmo, y por no cerrar mi perorata de forma tan drámatica, voy con un drama menos serio: la segunda noticia de ese mismo telediario: "...aumentan los precios por el redondeo", tercera noticia "...aumento de los robos y pequeños hurtos en grandes almacenes"... La cuarta noticia podía haber sido: "¿de qué color es el caballo blanco de Santiago?" joé... que es que viajar en bus ya cuesta 1 euro cuando antaño costaba 25 pesetas... que vale, que 1 euro no será nada pero euro a euro... si necesito una botella de agua y no la tengo "la hurto en un gran almacén"... Lo voy a dejar, mañana será otro día y todo me parecerá más bonito, y si tengo que pagar 2 euros por mirar fuera del muro, los pagaré.


En fin, para quien tenga dudas, no defiendo la violencia, no creo que sea ni una respuesta, ni una solución, y sí, creo que los extremos se tocan y ello puede entrañar un gran riesgo... pero a veces también pienso que deposito demasiada confianza en la raza humana, que soy demasiado utópica... y yo que sé... ya vale por hoy. Gracias por aguantar la pataleta :)

P.D.: si os apetece visitar http://hablarcallar.blogspot.com/2007/03/y-yo-con-estos-pelos.html para el que quiera cultivarse en esto de la "validez y función de las manifestaciones populares...

lunes, 12 de noviembre de 2007

Verde

Y allí estaba, mirando el techo. Como al dentista le diera por inclinar aun más el sillón de “operaciones” en el que estaba, algo me decía que la gravedad ejercería su grandioso poder y nadie me salvaría de irme directa de cabeza al suelo, ya que, en ese instante, tenía ligeramente más alta la parte de los pies que la cabeza…en fin…sólo me quedaba confiar en el poder antideslizante de la tela de mis pantalones con respecto al forro del sillón.



“Abre la boca”, el tío parecía tener un buen día, todo lo que decía lo acompañaba de una pequeña sonrisa. Abro la boca, me mira, asiente y se larga…y allí me quedo yo, admirando el bonito techo verde de la habitación en una posición más que inusual y bastante temeraria; por si acaso, en su ausencia no me muevo ni un ápice. Entre tanto, entra en el cuarto una de las enfermeras; la que me había abierto la puerta, era nueva en la clínica pero yo la había reconocido enseguida: se trataba de una chica de mi barrio, uno o dos años mayor que yo. No recuerdo haber hablado nunca con ella pero es lo que tiene vivir en un barrio, estés donde estés, enseguida detectas si hay alguien de tu barrio, te caiga mal o bien, hayáis hablado o no, estéis en un bar o en un congreso para el cuidado de canarios; y entonces, en el momento de la identificación mutua y silenciosa, parece que ese sitio también se convierte en un cacho de tu barrio…es gracioso, al menos a mí, que llegué con muy pocos años a la zona en la que aun vivo, me ocurre. En ese momento, en la situación en la que me encontraba, prefería que se fuera, me resultaba algo incómodo que alguien que reconocía se dedicara a dar vueltas alrededor mío mientras yo miraba simplemente al techo en una posición casi diagonal…no sé, será una manía.



Se fue y me volví a quedar sola, ¿qué narices estará haciendo el tío de verde que me tiene que mirar la boca? Posiblemente no tardara ni cinco minutos en aparecer, pero es que, definitivamente, lo de mirar al techo no es lo mío, y menos cuando mi imaginación empezó a preguntarse sobre cual sería el sistema constructivo de aquel edificio…defecto de profesión, los años que llevo estudiando arquitectura afectan; creo que la gente, antes de decidir dedicarse a algo durante toda su vida debería preguntarse: “ ¿en qué me quiero fijar cuando vaya por la calle? (o cuando esté en cualquier sitio); yo, cada vez me fijo más en los edificios, en su forma, en sus peculiaridades… y en el fondo, creo que no me gusta, quizá sea porque los edificios no son lo suficientemente interesantes o porque simplemente la arquitectura no es mi futuro, aunque esta segunda opción prefiero ni pensarla por razones obvias. La arquitectura me gusta, pero reconozco que lo que realmente me hubiese gustado estudiar hubiera sido Bellas Artes, seguir con mis estudios de música o dedicarme al teatro…pero en una sociedad como la nuestra, capitalista a más no poder…”Hija, está bien pero…¿cómo te ganarás la vida?”


Cuando estábamos en el instituto, recuerdo que un amigo mío y yo jugábamos a planear nuestra entrada en el mundo de los “famosillos” y el cómo ganar el mayor dinero posible a base de exclusivas, cotilleos, fotos, mentiras, montajes y etc, etc. “Mamá, yo de mayor quiero ser Belén Esteban”, era divertido, en el fondo, lo que hacíamos era una cruel crítica a toda esa gente…aunque al fin y al cabo ellos sólo se están ganando su vida, ¿o no?...


Volvió el enfermero, volví a abrir la boca, volvió a levantarse ( ¡no te vayas otra vez!), volvió a sentarse (menos mal). Cada vez que veía su mano pulular cerca de mi cara yo comenzaba a abrir la boca, pero no, falsa alarma, él solo estaba estirándose el guante, volvía a acercar sus manos a mi boca, yo volvía a empezar a abrirla, pero de nuevo una falsa alarma…así hasta unas cuatro o cinco veces…¿qué demonios hace? me empezaba a sentir bastante estúpida abriendo y cerrando la boca como si fuese un pez.


Al fin, empezó a trabajar en mi cavidad bucal, y entonces empezó también a hablarme…y digo yo, ¿por qué esa manía de los dentistas de darte conversación cuando tienen sus dos manos más quinientos aparatos metidos en tu boca?, ¿es una especie de prueba o algo así?...en esos casos yo me limito a menear ligerísimamente la cabeza o como mucho emito sonidos guturales que por lo visto sólo pueden entender los dentistas…en fin. El colmo llegó cuando me dice “…muerde…” y yo mordí, entonces se me queda mirando con cara de asombro y me suelta “¿muerdes siempre así?”…estuve por decirle, “no hombre, ahora muerdo así por ser tú, pero vamos, que tengo doce maneras distintas de morder, una por cada mes del año, ¿cuál quieres que haga de todas?” en vez de eso volvía emitir un sonido gutural aunque creo que mi cara de asombro ante tal pregunta hablaba por sí sola.


“¿Notas algo áspero en la parte de atrás del diente?” pues sí, lo notaba y se lo dije, a lo que respondió: “Pero eso es bueno, así no se te desgasta tanto…” mientras se liaba a limar mi diente, “¿y ahora qué tal?”, “pues me has dejado un boquete que cualquiera diría que no me ibas a limar nada”. Evidentemente no contesté eso y me limité a decir: “Sí, ahora mejor”, no fuera a ser que volviese a coger la lima y mi diente se transformara en papel de arroz.


Vale, ya se acabó, me enjuago y salgo pitando de allí. Mi lengua no deja de tocar la parte de atrás del diente; al salir ojeo a ver si está por allí la de mi barrio, sí, está. Abro la puerta y salgo de la clínica… o del cacho de mi barrio en su defecto.