Hoy me he levantado y he evitado mirarme al espejo, no me hacía falta para notar las ojeras de aupa que campaban a sus anchas por casi toda mi mejilla…
Esta es una manera de comenzar mi jornada que cada vez me resulta más familiar… maldito estrés, malditas prisas, malditos deberes y quehaceres. Y entonces salgo a la calle, temperatura: -2ºC, la excusa perfecta para acabar de ocultar mi cara detrás de mi gran bufanda. Abro los párpados apenas un milímetro y me da la sensación de que más que caminar floto, sensación que aumenta por la percepción de las cosas, las veo todas como envueltas por una neblina extraña.
Entonces, entre que ni veo, y mis pies me llevan solos me pongo a pensar en las cosas más remotas que se me vienen a la cabeza, saco mis conclusiones y me quedo tan feliz… “¿a qué huelen las nubes?” a tubo de escape.
Y me siento como el puntero del ordenador… siempre dentro de la pantalla, sin poder salir… jaja, ¿ridícula comparación verdad? Y entonces esbozo una sonrisa detrás de mi bufanda y sigo cruzando el puente, sin mirar a los lados, no sea que me vaya a salir de la pantalla.
domingo, 11 de mayo de 2008
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